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¿VULNERABLE O EMOCIONAL?

La vulnerabilidad constantemente es confundida con ser muy sensible o muy emocional, los comentarios ante esto surgen cuando reaccionamos de una forma inesperada o intensa ante una situación ¿Te ha pasado?

La sensibilidad está relacionada con las emociones, con el sentir. Ser una persona emocional o sensible, significa tener la capacidad de vivir intensamente las emociones, sin que estas nos interrumpan la vida.

Ser una persona vulnerable, implica que esas mismas emociones permanecen contigo de manera excesiva, durante horas, durante días, al punto que no te permiten trabajar, pensar más allá, leer, ver una película o dormir. Porque esas emociones ocupan tu pensamiento, de tal forma avasalladora que no te dejan espacio para nada más.

La vulnerabilidad viene generada y mantenida por ciertas ideas y hábitos erróneos, se apoyan en nuestra forma determinadas de ver el mundo y como nos relacionamos con él, desde nuestra infancia.

TUS REACCIONES LLEVAN TU PERMISO

Cuando hablamos de vulnerabilidad, muchas ideas nos surgen, desde el daño físico hasta el daño emocional, la diferencia es su origen y consecuencia.

Una persona podría llegar a dañarnos físicamente sin que podamos evitarlo, ya sea por accidente o porque esa era su intención. Por ejemplo:

  • Alguien te chocó el carro por venir distraído, se pasó el semáforo o no midió la distancia. Si le preguntas por qué lo hizo, contestará con honestidad que no era su intención, que fue un accidente, que se distrajo, que no frenó a tiempo, que no captó la luz roja e incluso pedirá disculpas. Pero en ese accidente, tú o ambos se lesionaron físicamente.
  • Una persona te vio venir caminar y decidió enfadarte, simplemente estiró su pierna y tú al pasar tropezaste, caíste y te raspaste la rodilla. Si tu le preguntas por qué, dirá que no te fijas, que no se fijó, que vienes distraído o incluso te pedirá disculpas. Y en este accidente (aparente) sólo tú saliste lesionado.

En ambos ejemplos la sesión física es clara, pero el daño emocional se puede evitar, sea cual sea el origen (accidental o intencional como en los ejemplos.

El otro podrá dañarme físicamente, pero para que pueda provocarme un daño emocional, por fuerza tiene que contar con mi participación, ¿sabes por qué? Porque si me conozco y sé como reaccionar, entonces el otro no puede dañarme con lo que no me lastima.

No podemos evitar lo que hacen, dicen y piensan los demás, estamos fuera de controlar esa situación, más sí podemos intentar analizar, comprender y predecir nuestras acciones.

¿CONTROLAR LAS EMOCIONES ES FAVORABLE?

La mayoría de nosotros ha pasado momentos desfavorables, donde la primer reacción es controlar la emoción, para no mostrarnos débiles e incluso vulnerables.

Pero cuando controlamos nuestras emociones, en nuestros momentos de soledad, cuando hay mayor confianza dejamos salir esas emociones retenidas y el resultado puede ser devastador e incluso nos enferma de alguna manera. Entonces, controlar las emociones no resulta favorable a la larga, es mejor trabajar con las emociones y sus detonantes.

Por ejemplo, cuando nos topamos en una injusticia en el trabajo, ¿Cuáles son las reacciones frecuentes para evitar conflictos vienen a nuestra mente, el enojo, la frustración?. Muchos fingimos ante dichas situaciones, bajamos o desviamos la mirada, sonreímos de nervios o incomodidad o salimos corriendo por vergüenza o inventamos una excusa… son muchas las reacciones, pero ninguna soluciona el conflicto interno ¿cierto?

Otros comentan, «mantén la calma», «no explotes», «no reacciones», y lo traducimos como «contrólate, no hables, no digas, no sientas», y aunque al inicio pareciera estar bien, sólo hay un detalle con el control emocional, es un parche temporal que eventualmente desaparece.

Lo que verdaderamente soluciona nuestros eventos de vulnerabilidad, es evitar que eso que siento no vuelva a pasar, en adquirir la experiencia y el conocimiento adecuado para irlo enfrentando.

En todo momento de vulnerabilidad, debes saber cuál es la carga que les estás poniendo al estímulo (aquello que te afectó, acciones o palabras), para que no provoque en ti esa respuesta «tan perturbadora», como el enojo, como la furia, como la depresión… y te aleje de tu tranquilidad.

Muchos pacientes opinan, ¿Cómo evito reaccionar? si somos libres de hacer que mejor nos parezca o nos convenga ante una situación, ya sea gritar, llorar o callarnos, podemos quedarnos, o podemos irnos. Esto es claro, todos tenemos este derecho, pero ¿es realmente la conducta adecuada?¿esta conducta evitará al 100% que se vuelva a repetir con el mismo o similar daño que ya ocurrió?

Explotar ante los demás no es bueno, pero tampoco nos ayuda si explotamos en llanto o en tristeza en soledad, pues de nada nos ayuda controlar la cara ante los demás, si luego en la intimidad sufrimos de manera insufrible, una y otra vez.

Podemos vivir una situación sin salir lastimada(o) o enojada(o), para iniciar debemos considerar poner límites, ya sea porque algo nos ha molestado o porque no nos ha parecido correcta una actitud hacia nosotros. Luego debemos tomar nota de todo aquello que nos perturba o vulnera, para así comenzar un plan de acción.

ANALIZANDO NUESTRA PERCEPCIÓN Y NUESTRA CONDUCTA

La vulnerabilidad se presenta porque nos sentimos frustrados, ofendidos, impotentes y todo se todo se torna injusto, ante una situación que no sabemos reaccionar.

Pero, nos podemos topar con injusticias de todo tipo, sin importar quién ejecute dicha injusticia. ¿Cómo reaccionas ante un hecho injusto? La experiencia nos sorprende y nos enojamos…

Se te olvida que el concepto de «justicia» fue dispuesto desde un contexto humano, no es un concepto natural, y tú sabes, que la naturaleza no es justa. Y al no entender esto, nuestra vulnerabilidad aparece.

Tú podrás encontrarte a lo largo de tu vida con alguien deshonesto, mentiroso, traidor, manipulador, etc. Luego entonces, ¿Cómo pretendes y esperas que esa persona cuide de ti, de tus sentimiento o de cómo te hacen sentir sus acciones? No puedes, porque es tu responsabilidad cuidar de ti.

Cierto, no podemos evitar sentir, mucho menos tener una reacción emocional ante una injusticia, somos humanos y estamos llenos de estímulos que provocan respuestas naturales e inmediatas.

Pero, cuando eres vulnerable, no estás reaccionando en absoluto ante ese estímulo o situación, en realidad, estás respondiendo desde la carga emocional que tú misma le agregas, y no necesariamente está relacionada esa carga con el suceso.

La prueba está, en que ante una situación cualquiera, todas las personas que observan dicho suceso no reaccionan igual e incluso ni similar, tú podrás sufrir irremediablemente, mientras la otra persona ni siquiera importancia le dio.

¿Por qué a la otra persona no le afectó y a ti sí? Eso es debido a los factores de educación, cultura, nacionalidad, valores morales, valores éticos e incluso contexto previo de dicha situación (algo que tú desconoces, y el otro también desconoce de tí).

Entonces, ¿las reacciones de vulnerabilidad tienen un contexto previo? Si, hay una historia detrás, hay que conocer y trabajar para superarla, así las experiencias vividas, serán experimentadas con otra sensación.

TÚ ELIGES COMO RESPONDER

Afortunadamente ante cualquier situación, nosotros podemos elegir nuestra conducta sin que la condicionen nuestras emociones. Y lo más importante, conseguir que la conducta sea independiente de la emoción que estamos experimentando.

Y todo esto es, independiente de que en el ámbito interno, nos sintamos lastimados. Nosotros podemos vivir una situación que no nos lastime ni enoje, poniendo los límites necesarios, entendiendo la situación desde otro ángulo, porque aunque me haya molestado o herido, porque no me pareció correcta dicha actitud, es mi decisión y mi respuesta la que hará la diferencia.

Y retomando el caso de las injusticias, los seres humanos buscamos y trabajamos por la justicia, esto nos engrandece, pero la realidad es que en cualquier ámbito convivimos con la injusticia.

Cuando nos sorprendemos por padecerla no aceptamos esta realidad, cuando debemos y tenemos que aceptarla, no por resignación, omisión, o mediocridad, nada de eso, sólo se trata de «aceptación». Porque aceptarla, implica que así es o fue la situación y no de otra manera (no puedes cambiar lo sucedido),  cuando comienzas a hacerlo, entonces el hecho injusto deja vivir en tus pensamientos, sólo así podrás actuar para que la situación en cuestión cambie, ya sea a nuestro favor o a favor de alguien más. ¿ves la diferencia? Aceptar que así es, así paso, te permite tener claridad para solucionar.

¿CÓMO SUPERO LA IMPOTENCIA?

La impotencia está relacionada con las cosas que

  • no puedes hacer,
  • con lo que puedes hacer y no te es suficiente.

Eso acrecienta tu vulnerabilidad. ¿Qué hacer entonces? ¿Cómo frenar o darle otra perspectiva? Puedes aplicar estas 4 posibles soluciones, para que puedas tener una «capacidad» distinta para lograr algo diferente a lo que ya has vivido hasta ahora.

Analiza la situación que estás viviendo, y ten el valor de aceptar y plantearte:

  1. Las cosas que sí puedas hacer y que dominas. Por ejemplo: hablar, respirar, moverte libremente, pensar.
  2. Las cosas que no puedes hacer y que tiene claro que no puedes. Por ejemplo: desaparecer, volar, hacer actos de magia.
  3. Las cosas que no puedes hacer, pero que podrías comenzar a hacer. Por ejemplo: aprender a expresarte asertivamente, a ser menos vulnerable, desarrollar un nuevo hábito, dejar de culparte por sucesos fuera de tu control, pretender hacerme cargo de hacer
  4. Las cosas que puedes hacer, pero que tú te limitas a hacerlas excusándolas por cualquier motivo (dinero, dolor, tiempo, etc). Por ejemplo: concluir una relación tóxica, ir a terapia, dejar de creer que no soy capaz, creer que no puedo sola(o) tal o cual cosa, delegar o responsabilidades

De las cuatro situaciones expuestas, la mayoría de las veces son las 2 últimas las que provocan tu impotencia, por consiguiente ante una emoción de impotencia, es importante darte cuenta en cuál de estas situaciones te encuentras.

MEJORANDO MIS POSIBILIDADES

¿Qué pensamientos te genera la impotencia ante cierta situación desconocida? ¿Piensas qué tendrías que «poder hacer algo» aunque que no está dentro de tus posibilidades? ¿Hacerte cargo para no sentirte culpable?

Tenemos por fuerza que conocernos, saber cuales son nuestras limitaciones, aprender que no podemos con todo, que en ocasiones nuestras habilidades no podrán contra eso. Entenderlo y conocernos, ayudará a que la intensidad de la impotencia que sentimos, disminuya poco a poco, dándonos también otras opciones de solución.

Porque cuando entendemos que hay cosas que no podemos hacer, pero que tal vez deberíamos comenzar hacer y nos encontramos ante la posibilidad de hacerlas, EN CASI DE QUE sí sea posible hacerlas, pero nos limitamos o evadimos (por cualquier motivo),  es ENTONCES cuando surge la impotencia.

Y todo esto sucede sólo en tu mente.

Para salir de ahí, detente un momento y analiza en qué situación te encuentras, acepta con tranquilidad y sinceridad tus limitaciones, pero sobre todo, que debes estar bien con eso.

Debes entender que darte cuenta, de que puedes actuar ante una situación, no necesariamente estás obligada a hacerlo. Pero, sí te obliga a saber que esta situación, por muy desagradable o incómoda que sea, «tú la eliges», porque no te está siendo impuesta por nadie.

Tú la eliges para ti, sea cual sea el costo de resolverla o tolerarla, por que así lo crees y lo sientes, porque si fuese más fácil para ti solucionarla, indudablemente lo harías.

Recuerda que sentirnos impotentes ante una situación que reprobamos, es frecuente, y que para vivir o sobrellevar situaciones así, lo sano es ser honesto contigo misma(o), cara a cara, y salir de una vez por todas, de esa sensación de vulnerabilidad e impotencia en la que estabas.

ENFRENTANDO Y TRANSFORMANDO MI VULNERABILIDAD

La vida nos podrá ante situaciones agradables,  desagradables, positivas, negativas, justas o injustas, de alegría o enojo, SIEMPRE será así, así es, y SIEMPRE ha sido así a lo largo de la historia. PERO SIEMPRE, tenemos el gran PODER de reaccionar libremente, según nos convenga, según nuestros valores, según nuestra inteligencia emocional y nuestra personalidad.

Para que puedas hacerle frente y transformes tu vulnerabilidad, mejorar las vivencias con tus emociones, puedes empezar por:

  • Aceptar tu responsabilidad: Date cuenta de que, cuando una emoción te perturba demasiado y por mucho tiempo, su intensidad no tiene que ver con el estímulo, sino contigo. Debes ser consciente que tú eres el dueño del «uso» que le das a esas emociones, y que pueden cambiar si así lo deseas. No deposites fe ciega y responsabilidad en las situaciones externas, sino en ti.
  • Detectar qué se repite en ti: Presta atención a la repetición de las emociones que tiendes a sentir con frecuencia, detéctalas y has una lista exhaustiva de ellas. Así ante cualquier situación futura, ya tendrás el inventario de emociones que surgirán en ti. Por ejemplo, sentir tristeza ante la muerte alguien (lo conozcas o no), enojo ante la retroalimentación, decepción ante un NO, miedo ante un cambio (esperado o no), pánico, etc.
  • Analizar la información: Una vez detectadas las emociones frecuentes, lo importante es ponderarlas y enumerarlas en orden de frecuencia y aparición. Esto te ayudará a irlas tratando de a poco, entender en qué momento o por qué aparecen, que hay o hubo detrás, desde cuando está, etc. Así podrás ir aprendiendo algo nuevo de ti e incluso adquirir nuevos recursos para tus reacciones futuras.
  • Identificar a las personas que te afectan: Identifica ante quién eres más vulnerable, ¿son situaciones?,¿son tus familiares? ¿tu pareja, expareja?¿los amigos, los extraños?¿personas de autoridad?. Conocer esto, te ayudará a entender tu historia detrás de tus reacciones, y así aprenderás de a poco a saber qué te pasa en cada situación.
  • Investigar en tu historia, la razón de tu reacción: A los largo de nuestra historia, desde el momento en nacemos hasta el que morimos, vamos creando razones ante nuestras reacciones. Es de vital importancia, que investigues por qué en determinadas situaciones tienes reacciones que te son más difíciles de manejar que otras, qué relación tiene esto con tu pasado, no necesariamente fue algo que viviste, pudo ser algo que viste o oíste y te generó en ese momento gran impacto emocional, dejando una estela de recuerdos que ahora te generan dificultades. Algunas ocasiones reaccionamos con exageración, debido a que algo similar, que pasó en el pasado causó un trauma que quizás en este momento has olvidado. Descubrir tu propia historia te será de gran utilidad.
  • Racionalizar la utilidad de la queja: No está erróneo sentirse mal por lo que acontece, cierto es tu derecho, hablarlo también. Pero no te conviene estar prologando por mucho tiempo, ni en palabras ni en emoción, esto te aleja por mucho de una solución constructiva y asertiva. Sé prudente y mesurado al momento de quejarte. Sé racional ¿me es de utilidad quejarme? ¿sí? ¿Por cuánto tiempo y para qué?
  • Entender tus emociones: Las emociones son neutras, somos nosotros los que ponderamos la emoción con respecto a nuestra personalidad y educación y experiencia de vida. Hay emociones consideradas como negativas, que tienen utilidad, que al sentirlas, te impulsan a actuar. Por ejemplo: la sensación de agobio y hartazgo, que te impulsa a irte de un lugar donde ya no quieres estar. Es importante entender cada una de nuestras emociones, para así canalizarlas hacia algo constructivo, como un plan de acción para solucionar algo que no queremos volver a experimentar.
  • Crea un plan de acción: Es importante saber que,  para todo hay una solución, pero esto conlleva implementar un plan de acción y tu participación en él. La planificación de medidas solutivas, para resolver lo que ya listaste y descubriste te causa vulnerabilidad. Ya sea que encuentres en ti la solución y acción a seguir, ya sea que tras analizar decidas buscar ayuda psicológica, ya sea que vayas probando cambiar de hábitos, la decisión tomada debe ayudarte a ir resolviendo aquello que te vulnera y así cambiar tu experiencia y emoción en cada vivencia.

EN RESUMEN

Ser sensible y emocional es nuestro derecho, ser vulnerable o no, es nuestra decisión. Todos nacimos con emociones y sentimientos, pero permitir o no que nos dominen nuestras emociones es nuestra responsabilidad y diferencia en nuestras experiencias de vida.

Necesitamos aprender a discernir, a desarrollar un razonamiento moral que y emocional que nos lleve a una toma de decisiones de forma consciente y responsable, para así hacernos cargo de nuestra vida y de los caminos que decidamos emprender.

Cuando nos conocemos y nos comprendemos, podemos autorregularnos, comprender desde dónde vienen los impulsos, conocer nuestras reacciones primarias (instintivamente), para así ser capaz de saber cuándo implementar un autocontrol, manejemos adecuadamente nuestros impulsos y conductas, pero sobre todo, aprender a manejar adecuadamente las emociones y expresarlas de modo que, no seamos presa fácil de la vulnerabilidad.

Aunque puede ser difícil al inicio, aprender a enfrentarnos a las situaciones que evitamos por miedo a sentirnos vulnerables, es una de las bases para llevar una vida con propósito y tener relaciones personales significativas.

Autor y adaptación: Ragnarée Sbondi.

Terapeuta Cognitiva e Hipnóloga.

Contacto: ragnaree@sbondi.com

Referencias:

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